La Ventana

La ventana

Umbral de los ojos que limita el cuerpo y delimita la visión, encuadra y establece un punto de vista. La ventana que se abre para lo que está ahí afuera, para el mundo, amplía los horizontes limitados por las cuatro paredes de los interiores de las habitaciones, haciendo frontera entre lo colectivo y lo privado. Umbral, tal como la puerta, pero sin permitir, de hecho, usualmente al menos, el movimiento de cuerpos, las entradas y salidas. Límite para el cuerpo, marco para la visión, la ventana es la boca de la escena, ella crea la escena. Pero si lo que está afuera, más allá de la ventana, se convierte en escena, lo que está más acá de la ventana, el interior, lo interno, lo íntimo que también se muestra, se revela, se exhibe, mismo de una forma más restricta, a la observación de quien está afuera. El interior también se hace escena. La ventana tiene así, dos caras, tal como Janus, el dios romano que da origen a la palabra portuguesa ‘janela’, del latim januella, diminutivo de janua (entrada pequeña, puerta, acceso). Tal como Juno, Janus, que tiene sus caras en oposición, tenemos la ventana con sus caras, una orientada hacia adentro y otra hacia afuera, en oposición: dentro-fuera, interior-exterior, privado-público, individual-colectivo, subjetivo-objetivo. Pero ella crea oposiciones en un movimiento dialéctico, cambiando las posibilidades de ver y ser visto, de esconder y mostrar, aproximarse y distanciarse, crear diálogos o aislamientos. Las ventanas se abren, y también se cierran.

La ventana es así más que un simple espacio abierto en una pared que permite el pasaje de la luz y del aire. Es un elemento arquitectónico constitutivo de las relaciones sociales. A través de la ventana podemos participar de los hechos del mundo, del espacio público. La ventana puede crear encuentros y diálogos, y también intrigas, chismes, discordias, en la medida que puede invadir intimidades – ventanas indiscretas, punto de encuentros y desencuentros. La ventana mantiene con el mundo una relación con cierta tensión agresiva.Dicen que la primera ventana es la ventana renacentista:“En el Renacimiento existe la ventana, el encuadre del exterior que se observa a partir de un espacio interno, resguardado y controlado. La ventana renacentista es la primer ventana propiamente dicha, a partir de la cual comienza una evolución que incluye no apenas los elementos de delimitación del espacio mas también al propio sujeto y al edificio como un todo. El hombre que habita y observa y puede ser observado” (Luisa Filipa Antunes Lopes, “Disertación de maestría en arquitectura, Facultad de Ciencias y Tecnologia de la Universidad de Coimbra, junio de 2011, disponible en la internet).La ventana, dice la autora, crea una intimidad que ella esconde y permite la revelación. Las ventanas varían. Está el ‘óculo o óculon’, pequeña ventana circular u oval que sirve para ventilación e iluminación. Está la “fresta” (en portugués, del latín fenestram), ranura estrecha y alta en la pared, para permitir la entrada de luz natural en un edificio.Tenemos también la ‘seteira’ del portugués seta, que es un ranura longitudinal encontrada en los muros de fortificaciones, para el lanzamiento de proyectiles. Está la claraboya, que es una abertura en vidrio situada en la parte alta de la pared, que sirve para iluminar los cuartos que no pueden tener ventanas…

Sea cual sea la abertura en la pared que creando un vacío permite el paso de la luz y del aire. Sea una abertura regular, cuadrada, rectangular, redonda…, que se diferencia de la puerta por no ser necesariamente una vía de acceso. Sea la de las ricas casas o de las pobres chozas, las ventanas son los ojos de una ciudad tal como para Da Vinci los ojos son el espejo del alma.Pero lo que es más marcante es que la aparición de esa ventana que encuadra el mundo es concomitante al surgimiento del sujeto. Esa ventana escénica que crea perspectivas y puntos de vista, esa ventana de cuadro atribuida tradicionalmente por los historiadores del arte a Albert (1435), coincide con una subjetividad naciente, el surgimiento de un sujeto todavía embrionario, pero capaz de interrogar al mundo y observar, liberándose poco a poco del yugo de la religión y sus prohibiciones en el dominio del saber y que irá culminar en el Sujeto moderno del cogito cartesiano.

La ventana crea al sujeto/el sujeto crea la ventana. El sujeto que observa, crea el objeto de la observación: el sujeto de la ciencia que para Lacan es el sujeto del Inconsciente, el sujeto del psicoanálisis.

Gloria Mota, tradução por Carlos Brausz.

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